Academia de Policía
Código de Ética
Como agente de la ley, mi deber fundamental es servir a la humanidad; proteger a los inocentes contra el engaño, la intimidación y a los pacíficos contra la violencia o el desorden, y respetar los derechos constitucionales de todos los hombres a la libertad, la igualdad y la justicia.
Mantendré mi vida privada inmaculada como ejemplo para todos. Mantendré una calma valiente ante el peligro, el desprecio o el ridículo. Desarrollaré el autocontrol y tendré siempre presente el bienestar de los demás. SERÉ honesto de pensamiento y de obra, tanto en mi vida personal como en la oficial. SERÉ ejemplar en el cumplimiento de las leyes del país y los reglamentos de mi departamento. Todo lo que vea u oiga de carácter confidencial o que se me confíe en mi capacidad oficial se mantendrá siempre en secreto, a menos que su revelación sea necesaria en el cumplimiento de mi deber.
Nunca actuaré de manera oficiosa ni permitiré que mis sentimientos personales, prejuicios, animosidades o amistades influyan en mis decisiones. Sin concesiones al delito y con una persecución implacable de los delincuentes, APLICARÉ la ley de forma cortés y adecuada, sin temor a los favores, la malicia o la mala voluntad, sin emplear nunca la fuerza o la violencia innecesarias y sin aceptar gratificaciones.
RECONOZCO la insignia de mi cargo como un símbolo de la fe pública, y la acepto como una confianza pública que debo mantener mientras sea fiel a la ética del servicio policial. Me esforzaré constantemente por alcanzar estos objetivos e ideales, dedicándome ante Dios a la profesión que he elegido: la aplicación de la ley.