Caldo de Camarón
Cuando estaba en la prepa en la Ciudad de México, Tecamacharlie´s era uno de los lugares de moda para reunirnos. El nombre viene de Tecamachalco, la zona donde está situado, y de la cadena de restaurantes a la que pertenece, Anderson´s Carlos & Charlies. Ahí me reunía con mis amigos los viernes en la tarde para comer largo y tendido y darle la bienvenida al fin de semana.
Antes de que la escuela empezara esos viernes, yo ya sólo podía pensar en una cosa: el excelente caldo de camarón de Tecamacharlie´s: un caldo espeso de camarones deshidratados y sazonado con una salsa de chile guajillo.
Se servía como cortesía cuando por fin te daban mesa en ese lugar tan lleno y ruidoso. Los meseros lo traían a la mesa todavía hirviendo, servido en caballitos de tequila y limones partidos listos para exprimirlos en el caldo. Si tenías suerte, te podía tocar un camarón o unos pedazos de papas y zanahorias en el fondo. Los sacabas con el dedo y eran como pequeños tesoros que sabían a mar, muy lejos de la ciudad.
Eso fue hace 20 años y no he vuelto al restaurante desde entonces. No sé qué tan bueno sea estos días, además la nostalgia a veces empaña nuestros recuerdos.
Sin embargo, uno puede encontrar caldo de camarón, con sus variantes, en muchos restaurantes de la Ciudad de México y es aún más popular en las costas del país.
El último que probé, y creo que aún mejor a pesar del poder de la nostalgia, es uno de los Restaurantes Guadiana a los que siempre voy cuando visito la ciudad.
Por más que he buscado, no hay caldo de camarón en D.C., pero sí encuentro los pocos ingredientes necesarios para hacerlo. Lo que carecen en cantidad, lo compensan con personalidad, como el camarón seco, que está en la foto de arriba. Hay que remojarlos de 5 a 10 minutos, ya que han sido salados para concentrar su sabor y para preservarlos, por lo que realmente son muy salados. Luego se enjuagan y se cuecen en agua, lo que crea un caldo que le da el sabor inconfundible al caldo.
Luego están los chiles guajillo, que añaden su tan gustado sabor y picor ligero. Después de quitarles el tallo, las semillas y tostarlos,
Vean el hermoso color que adquieren al tostarlos.
Luego se hierven junto los ingredientes de batalla mexicanos: cebolla, ajo y jitomate. Algunos añaden perejil y otros le ponen hojas de laurel, como yo.
Luego se licúa, se cuela y se vierte a una olla con aceite caliente para sazonar la salsa.
Una vez sazonada, se añade el caldo de camarón con su color ámbar.
Hora de agregar las tradicionales papas y zanahorias picadas.
Me gusta añadir más de lo que dice la receta, para que nadie, yo incluida, tenga que andar pescando esos pedazos deliciosos.
Cuando los camarones se enfríen, quítales la cabeza, la cola y las patas. Muchos chefs les dejan los cascarones, ya que son salados, crujientes y quedan muy bien en el caldo, pero se los puedes quitar si así lo decides para que los camarones queden más suaves. Cocina todo por 10 minutos más para integrar los sabores.
Sirve el caldo muy caliente. Y siempre pon limones partidos para exprimirlos.
El jugo de limón hará que el resto de sabores realmente sobresalgan.