Conceptos de biología – 1ª edición canadiense
Si pudiera evitar que su hijo contrajera una enfermedad genética devastadora, ¿lo haría? Seleccionaría el sexo de su hijo o seleccionaría por su atractivo, fuerza o inteligencia? ¿Hasta dónde llegaría para maximizar la posibilidad de resistencia a la enfermedad? La ingeniería genética de un niño humano, la producción de «bebés de diseño» con características fenotípicas deseables, era antes un tema restringido a la ciencia ficción. Ya no es así: la ciencia ficción se está superponiendo a la realidad científica. Ya hay muchas opciones fenotípicas para la descendencia, y es probable que haya muchas más en un futuro no muy lejano. Qué rasgos deben seleccionarse y cómo deben seleccionarse son temas de gran debate en la comunidad médica mundial. La línea ética y moral no siempre está clara o consensuada, y algunos temen que las modernas tecnologías reproductivas puedan conducir a una nueva forma de eugenesia.
La eugenesia es el uso de información y tecnología de diversas fuentes para mejorar la composición genética de la raza humana. El objetivo de crear seres humanos genéticamente superiores fue bastante frecuente (aunque controvertido) en varios países durante los primeros años del siglo XX, pero cayó en descrédito cuando la Alemania nazi desarrolló un amplio programa de eugenesia en los años 30 y 40. Como parte de su programa, los nazis esterilizaron por la fuerza a cientos de miles de los llamados «no aptos» y mataron a decenas de miles de discapacitados institucionales como parte de un programa sistemático para desarrollar una raza de alemanes genéticamente superior conocida como arios. Desde entonces, las ideas eugenésicas no se han expresado tan públicamente, pero todavía hay quienes las promueven.
En el pasado se han hecho esfuerzos para controlar los rasgos de los niños humanos utilizando esperma donado de hombres con rasgos deseados. De hecho, el eugenista Robert Klark Graham creó en 1980 un banco de esperma que incluía muestras exclusivamente de donantes con alto coeficiente intelectual. El banco de esperma del «genio» no logró captar la imaginación del público y la operación cerró en 1999.
En tiempos más recientes, se ha desarrollado el procedimiento conocido como diagnóstico genético prenatal (DGP). El DGP consiste en el cribado de embriones humanos como parte del proceso de fecundación in vitro, durante el cual los embriones son concebidos y cultivados fuera del cuerpo de la madre durante algún tiempo antes de ser implantados. El término DGP suele referirse tanto al diagnóstico como a la selección y la implantación de los embriones seleccionados.
En el uso menos controvertido del DGP, los embriones se someten a pruebas para detectar la presencia de alelos que causan enfermedades genéticas como la anemia de células falciformes, la distrofia muscular y la hemofilia, en las que se ha identificado un único alelo o par de alelos causantes de la enfermedad. Al excluir de la implantación en la madre a los embriones que contienen estos alelos, se previene la enfermedad, y los embriones no utilizados se donan a la ciencia o se desechan. En la comunidad médica mundial son relativamente pocos los que cuestionan la ética de este tipo de procedimiento, que permite a las personas con miedo a tener hijos por los alelos que portan hacerlo con éxito. La mayor limitación de este procedimiento es su coste. No suele estar cubierto por los seguros médicos y, por lo tanto, está fuera del alcance económico de la mayoría de las parejas, por lo que sólo un porcentaje muy pequeño de todos los nacimientos vivos utilizan metodologías tan complicadas. Sin embargo, incluso en casos como éste, en los que las cuestiones éticas parecen estar claras, no todo el mundo está de acuerdo con la moralidad de este tipo de procedimientos. Por ejemplo, para quienes adoptan la postura de que la vida humana comienza en la concepción, el descarte de embriones no utilizados, resultado necesario del DGP, es inaceptable bajo cualquier circunstancia.
Una situación ética más turbia se encuentra en la selección del sexo de un niño, que se realiza fácilmente mediante el DGP. En la actualidad, países como Gran Bretaña han prohibido la selección del sexo de un niño por razones distintas a la prevención de enfermedades ligadas al sexo. Otros países permiten el procedimiento para el «equilibrio familiar», basado en el deseo de algunos padres de tener al menos un hijo de cada sexo. Otros, como Estados Unidos, han adoptado un enfoque disperso para regular estas prácticas, dejando esencialmente en manos de cada médico la decisión de qué prácticas son aceptables y cuáles no.
Más turbios aún son los raros casos de padres discapacitados, como los que padecen sordera o enanismo, que seleccionan embriones mediante DGP para asegurarse de que comparten su discapacidad. Estos padres suelen citar muchos aspectos positivos de sus discapacidades y la cultura asociada como razones para su elección, que consideran un derecho moral. Para otros, causar a propósito una discapacidad en un niño viola el principio médico básico de Primum non nocere, «primero, no hacer daño». Este procedimiento, aunque no es ilegal en la mayoría de los países, demuestra la complejidad de las cuestiones éticas asociadas a la elección de rasgos genéticos en la descendencia.
¿A dónde podría llevar este proceso? ¿Será esta tecnología más asequible y cómo debería utilizarse? Dada la capacidad de la tecnología para progresar de forma rápida e imprevisible, la falta de directrices definitivas para el uso de las tecnologías reproductivas antes de que surjan podría dificultar que los legisladores sigan el ritmo una vez que se hagan realidad, suponiendo que el proceso necesite alguna regulación gubernamental. Otros bioeticistas sostienen que sólo debemos ocuparnos de las tecnologías que existen ahora, y no en un futuro incierto. Sostienen que este tipo de procedimientos siempre serán caros y poco frecuentes, por lo que los temores a la eugenesia y a las razas «maestras» son infundados y exagerados. El debate continúa.