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Pruebas para el cáncer de hígado

Pruebas de sangre

El carcinoma hepatocelular (CHC o cáncer de hígado) no puede diagnosticarse mediante pruebas de sangre rutinarias. Sólo hay un análisis de sangre específico que puede utilizarse para el diagnóstico del CHC. Esta prueba mide específicamente los niveles de la proteína alfa-fetoproteína en el suero (AFP).

Desgraciadamente, sólo la mitad de los tumores darán una lectura elevada de AFP. Por lo tanto, una prueba de AFP normal no excluye la presencia de un CHC. Esto se complica aún más por el hecho de que la AFP también es producida por la proliferación de las células del hígado, por lo que alguien con cirrosis y regeneración del hígado es probable que ya tenga niveles elevados de AFP. En consecuencia, los médicos probablemente querrán controlar si los niveles de AFP son estables o no. El aumento de los niveles de AFP es más probable que indique un CHC.

Incluso cuando no hay signos detectables de CHC, las personas con cirrosis y una AFP anormal siguen teniendo un alto riesgo de desarrollarlo. Cualquier persona con cirrosis y una AFP elevada, especialmente con niveles de AFP en constante aumento, probablemente desarrollará un CHC o ya tendrá un CHC no descubierto.

Estudios de imagen
No existe una técnica de imagen única que identifique correctamente todos los CHC. Las técnicas actuales tienen cada una sus puntos fuertes y débiles.

La ecografía

Suele ser la primera prueba de cribado que se realiza si se sospecha de un CHC. La precisión de una ecografía depende en gran medida del técnico o radiólogo que la realice. Algunos operadores experimentados pueden detectar lesiones (áreas de tejido anormal) de tan sólo 0,5 cm. Otros, en cambio, sólo son capaces de identificar lesiones mucho más grandes. La ecografía tiene la ventaja de que no implica radiación ionizante ni material de contraste intravenoso (se inyecta una sustancia química en el cuerpo para mejorar el contraste de la imagen). El coste de la ecografía también es menor que el de otros tipos de exploraciones.

Tomografía computarizada (TC)

Cuando se realiza con un agente de contraste potenciador, la TC puede ser tan sensible como la ecografía. Esto se debe a que el agente mejora la imagen de los sistemas arterial y venoso. La TC depende mucho menos del operador que la ecografía. También tienen la ventaja de poder proporcionar imágenes de más zonas del cuerpo. La TC es considerablemente más cara que la ecografía y expone a las personas a la radiación ionizante.

Agiografía hepática

En este procedimiento se introduce un catéter en la arteria hepática y se inyecta material de contraste intravenoso en el hígado. Puede ser útil para evaluar lesiones difíciles, pero también implica riesgos de radiación ionizante, punción arterial y la administración del agente de contraste. La angiografía hepática suele realizarse en personas que se consideran de alto riesgo pero que no han mostrado ningún signo de CHC con otros estudios de imagen. En el momento de la angiografía, si se detecta un tumor, puede decidirse bloquear la arteria que lo alimenta y antes de inyectar en ella fármacos anticancerosos (quimioembolización).

Resonancia magnética (RM)

La RM es cada vez más popular para el diagnóstico de tumores hepáticos. Al igual que la tomografía computarizada, puede examinar grandes zonas del tórax y el abdomen en una sola sesión. Pero como no hay radiación ionizante, la imagen puede repetirse muchas veces con poco riesgo. La tecnología ha evolucionado hasta el punto de que las nuevas resonancias magnéticas pueden reconstruir imágenes de los conductos biliares, la vesícula biliar y las arterias y venas del hígado. El uso de agentes de contraste intravenosos aumenta significativamente la sensibilidad del procedimiento, pero también aumenta los costes. En la actualidad, la resonancia magnética es cara y la disponibilidad de máquinas de resonancia magnética es limitada.

Biopsia de hígado

La única forma clara de diferenciar entre un crecimiento maligno o benigno es examinarlo extrayendo una muestra de tejido y revisándola al microscopio. Este proceso se denomina biopsia. Una biopsia puede realizarse al mismo tiempo que una ecografía o un TAC.

Laparoscopia

En este procedimiento un cirujano coloca un instrumento llamado laparoscopio (un tubo fino y flexible con una cámara y una luz en la punta) en el cuerpo a través de un pequeño corte en el abdomen. El laparoscopio permite al cirujano observar directamente el hígado para evaluar los signos de CHC.

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