¿Qué ocurre realmente cuando la comida baja por la ‘tubería equivocada’?
No se espera que una persona promedio esté bien versada en la lingüística de la anatomía humana, que es la forma en que terminamos con pistolas por bíceps y cabezas por cabeza. Por eso, cuando al tragar algo se produce una irritación de la garganta o una tos, el fugaz malestar suele describirse como que la comida «se va por el tubo equivocado». Pero, ¿qué está ocurriendo en realidad?
Cuando se consume la comida, informa HuffPost, se activan más de 30 músculos para facilitar la masticación y la deglución. Cuando la comida está lista para salir de la lengua y dirigirse al estómago, se sitúa cerca de los extremos de dos «tuberías», el esófago y la tráquea. Quieres que la comida tome la ruta del esófago, que lleva al estómago. Su cuerpo lo sabe, y por eso la laringe y la epiglotis se desplazan para cerrar la tráquea, la «tubería equivocada» de la ingestión.
Como no solemos contener la respiración cuando comemos, la comida puede tomar ocasionalmente un camino equivocado hacia la tráquea, un escenario desagradable conocido como aspiración, que desencadena una respuesta de adrenalina y provoca tos y malestar. Desalojar la comida suele aliviar la sensación, pero si es suficiente para quedarse atascada, se tiene una vía aérea obstruida y ahora se puede decir oficialmente que se está atragantando.
La «tubería equivocada» también puede ser el resultado de comer mientras se está cansado o distraído de otra manera o el resultado de un problema mecánico debido a una enfermedad o lesión.
También puede notar que esto sucede más a menudo con los líquidos. Un sorbo de agua puede provocar un ataque de tos. Esto se debe a que los líquidos se mueven mucho más rápido, dando al cuerpo menos tiempo para reaccionar.
En casos extremos, los alimentos o líquidos que se dirigen en la dirección «equivocada» pueden acabar en los pulmones y causar neumonía. Afortunadamente, esto es poco frecuente, y la tos tiende a hacer que la comida vuelva al esófago.
La mejor manera de minimizar las posibilidades de que se atasque la comida es evitar hablar con la boca llena -sí, sus padres tenían razón- y masticar bien las porciones sensibles.
Si experimenta ataques repetidos de aspiración, es posible que la culpa sea de un trastorno subyacente de la deglución o de un problema neurológico. Una radiografía u otras pruebas pueden ayudar a diagnosticar el problema.
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