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Resección hepática

La resección hepática es la extirpación quirúrgica de todo el hígado o de una parte del mismo. También se denomina hepatectomía, completa o parcial. Una resección hepática completa se lleva a cabo en el marco de un trasplante en el que se extrae un hígado enfermo de un donante fallecido (cadáver). Un donante vivo también puede proporcionar un trozo de tejido hepático que se obtiene a través de una hepatectomía parcial, El procedimiento puede realizarse a través de un procedimiento abierto tradicional o utilizando técnicas mínimamente invasivas.

Cuándo se realiza la resección hepática

La mayoría de las hepatectomías se realizan para el tratamiento de neoplasias hepáticas, tanto benignas como malignas. Las neoplasias benignas incluyen el adenoma hepatocelular, el hemangioma hepático y la hiperplasia nodular focal.Las neoplasias malignas (cánceres) más comunes del hígado son las metástasis; las que surgen del cáncer colorrectal están entre las más comunes, y las más susceptibles de resección quirúrgica. El tumor maligno primario más frecuente del hígado es el carcinoma hepatocelular. La hepatectomía también puede ser el procedimiento de elección para tratar los cálculos biliares intrahepáticos o los quistes parasitarios del hígado.

La cirugía hepática es segura cuando la realizan cirujanos experimentados con el apoyo tecnológico e institucional adecuado. Como ocurre con la mayoría de los procedimientos quirúrgicos importantes, existe una marcada tendencia a obtener resultados óptimos en manos de cirujanos con un elevado número de casos en centros seleccionados (normalmente centros médicos académicos especializados en cáncer y centros de trasplante).

Anatomía y función del hígado

El hígado es un órgano vital, lo que significa que no se puede vivir sin él. El hígado desempeña muchas funciones críticas, como el metabolismo de fármacos y toxinas, la eliminación de los productos de degradación del metabolismo corporal normal (por ejemplo, la eliminación del amoníaco y la bilirrubina de la sangre) y la síntesis de muchas proteínas y enzimas importantes (como los factores necesarios para la coagulación de la sangre). El hígado, situado en el cuadrante superior derecho de la cavidad abdominal, está dividido en ocho (8) segmentos que reflejan las ocho (8) divisiones principales de la vena porta y el conducto biliar.

La sangre entra en el hígado por dos canales, la arteria hepática y la vena porta, llevando nutrientes y oxígeno a las células hepáticas, también conocidas como hepatocitos, y a los conductos biliares. La sangre sale del hígado a través de las venas hepáticas, que drenan en la vena cava inferior, que entra inmediatamente en el corazón. El hígado produce la bilis, un líquido que ayuda a disolver la grasa y a eliminar los residuos metabólicos y las toxinas a través del intestino. Cada hepatocito crea la bilis y la excreta en canales microscópicos que se unen para formar conductos biliares. Como los afluentes que se unen para formar un río, los conductos biliares se unen para formar un único «conducto hepático» que lleva la bilis al intestino.

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