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Rusia y Japón se disponen a firmar un tratado que ponga fin a la Segunda Guerra Mundial

FEBRERO/MARZO DE 2009 – Hablando de una guerra interminable. Más de 60 años después del final de la Segunda Guerra Mundial, Rusia y Japón han reanudado las negociaciones sobre un tratado de paz aún no firmado que pondría finalmente un fin formal a la guerra entre ambos países. Taro Aso, el nuevo primer ministro japonés, y Dmitri Medvédev, el nuevo presidente ruso, acordaron este otoño tomar medidas «concretas» para abordar una persistente disputa fronteriza causada por la ocupación rusa de partes de Japón.

El problema es una serie de cuatro islas frente a la costa más septentrional de Japón, que las tropas del Ejército Rojo invadieron en 1945, tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Los rusos expulsaron a toda la población japonesa de las islas volcánicas, de unas 17.000 personas, llamadas Kuriles del Sur por los rusos y Territorios del Norte por los japoneses. Aunque a algunos de los isleños se les permitió regresar, la Unión Soviética se negó a renunciar a la propiedad de la zona. Las demás potencias aliadas firmaron un tratado de paz con Japón en 1951, pero los rusos se negaron, alegando que el tratado les obligaría a devolver las islas a Japón.

Desde entonces, la cadena de islas, en su mayoría despobladas, ha sido la manzana de la discordia entre los dos países; ambos reclaman su propiedad. La disputa se considera la razón de la escasa actividad comercial entre Rusia y Japón, y los ánimos siguen caldeados en torno a este asunto. El año pasado, el gobierno japonés exigió que se enseñara a los escolares que las islas forman parte de Japón, lo que provocó una reprimenda del ministro de Asuntos Exteriores ruso. Desde la desintegración de la Unión Soviética, muchos rusos se resisten a ceder más territorio.

En los últimos años, algunos políticos japoneses, incluido Aso, que asumió el cargo el pasado septiembre, han propuesto simplemente dividir las islas en dos mitades iguales. Esto dejaría a Japón con tres de las islas más pequeñas y una cuarta parte de la más grande. La idea no es muy popular en Japón, y los rusos aún no han aceptado tal acuerdo, pero podría servir como punto de partida para futuras negociaciones.

«Tenemos que definir la frontera, de lo contrario este problema seguirá siendo un elemento de desestabilización en la región», dijo Aso tras una reunión en noviembre con su homólogo ruso. Los funcionarios japoneses creen que los rusos están en la misma línea. «El presidente Medvedev ha dicho que no tiene intención de dejar la resolución de la cuestión a la siguiente generación», dijo un funcionario. La cuestión se volverá a discutir cuando Vladimir Putin, el primer ministro ruso, visite Japón a principios de este año.

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