Hay una razón por la que la demanda de chicas negras menores de edad es tan desproporcionadamente alta. La oferta también lo es.
Hay una calle en Houston, Texas conocida como Bissonnet Street. Es un tramo de 19 millas de carretera que comienza en el prominente Distrito de los Museos y termina justo antes de cruzar la línea del condado del suroeste. La prensa de Houston nombró a esta carretera histórica la «mejor ruta de la ciudad», y los viajeros de todo el mundo siguen atraídos por su diversidad étnica y su variedad cultural. A cualquier hora de un día cualquiera, un paseo por la calle Bissonnet le sitúa en el corazón de la acción de uno de los distritos comerciales más concurridos de Houston.
Durante kilómetros, el zumbido del tráfico apresurado ofrece una banda sonora estridente para el sitio cinematográfico que es la concurrida calle Bissonnet. Los neumáticos de los coches se abrazan a la carretera, toscamente pavimentada, al llegar a un tramo de 1,3 millas entre la Beltway 8 y la Southwest Freeway. Y, finalmente, los coches disminuyen su velocidad a paso de tortuga mientras los conductores y los ciclistas contemplan embobados las atracciones para adolescentes que se alinean en las aceras de la ciudad. Una cosa es oír hablar de chicas jóvenes secuestradas y coaccionadas, vendidas para la trata de seres humanos, y otra es verlas cojeando por las concurridas calles laterales en lencería femenina.
Mientras suenan las campanas de retraso por los altavoces de la cercana escuela primaria Best, las jóvenes comienzan su día pavoneándose por las torcidas aceras de lo que se conoce como la Pista Bissonnet, el distrito rojo más prominente de Houston, o mercado del sexo al aire libre. Compradores y curiosos recorren la ruta de la ciudad, examinando a niñas de tan solo 11 años, según la policía local, que frecuentan la zona para dedicarse a solicitar sexo por dinero. Los funcionarios locales se reúnen en el centro de la ciudad, a pocos kilómetros del desfile de preadolescentes, para discutir las leyes destinadas a reprimir el bullicioso negocio clandestino. Sólo para subirse a sus vehículos de alta gama y atravesar el centro de la acción, sin que les afecte su fealdad. Nosotros también lo hacemos.