En «El Gran Dictador» Adolf Hitler es ahora Adenoid Hynkel
Esa afirmación en sí misma era ficción; Chaplin no era judío, pero se negó a hacer una declaración pública en ese sentido. «Su postura era que cualquiera que lo negara haría el juego a los antisemitas», dijo el político y cineasta británico Ivor Montagu. La solidaridad con los judíos es uno de los mensajes centrales de la película de Chaplin.
Riéndose de Hitler
Parodiando el nacionalsocialismo con ingenio y profundidad, el director y personaje central de la película hace una descripción devastadora de los gestos de Hitler. Parte del efecto, en la primera película hablada de Chaplin, era una parodia mordaz del estilo retórico de Hitler y una interpretación exagerada del propio idioma alemán, con sonidos guturales exagerados.
Lo más divertido del mundo, explicaba Charlie Chaplin, es poner en ridículo a las personas pretenciosas que ocupan altos cargos. Y sería difícil, parafraseando al cineasta, encontrar otra persona del calibre de Hitler. El Gran Dictador funde ingenio, tragedia y humanidad de una manera que sólo Chaplin podía.
Al crear la película, Chaplin se encontró con una resistencia considerable. Faltaba un año para que Estados Unidos entrara en la Segunda Guerra Mundial, Hollywood aún hacía negocios en Alemania y los judíos de la industria estaban preocupados por las represalias. Bajo las críticas de los círculos políticos conservadores estadounidenses, Chaplin se planteó cancelar el proyecto hasta que el presidente Franklin D. Roosevelt intervino, pidiéndole que siguiera adelante bajo cualquier circunstancia.
18 años después en Alemania
Tras el estreno, el New York Times elogió la comedia satírica como un «logro verdaderamente soberbio de un artista verdaderamente grande – y, desde un punto de vista, quizás la película más significativa jamás producida.»
Chaplin dijo más tarde: «Si hubiera conocido los verdaderos horrores de los campos de concentración alemanes, no podría haber hecho El gran dictador»
Aunque los espectadores reaccionaron positivamente a las proyecciones de prueba en Alemania organizadas justo después del final de la Segunda Guerra Mundial, las autoridades estadounidenses decidieron esperar unos años antes de estrenar la película allí. Der große Diktator no llegó a los cines alemanes hasta 1958.
Jochen Kürten, Rick Fulker