Los gatos conocen sus nombres, otra cosa es que les importe
Hace más de 3.000 años, en Egipto, se cree que un gato atigrado llamado Nedjem vagaba por la casa real de Tutmosis III. La historia no recoge si Nedjem -cuyo nombre significa «dulce» o «agradable»- aprendió a responder cuando se le llamaba. Pero un estudio publicado el 4 de abril en Scientific Reports1 sugiere que, al menos, algunos gatos domésticos modernos pueden distinguir sus nombres a partir de palabras que suenan de forma similar, aunque registran el reconocimiento con el más mínimo movimiento de la cabeza o la oreja.
«Los gatos son tan buenos como los perros a la hora de aprender, sólo que no están tan dispuestos a mostrar a sus dueños lo que han aprendido», afirma John Bradshaw, biólogo de la Universidad de Bristol (Reino Unido), especializado en las interacciones entre humanos y animales.
El estudio aprovechó una técnica conocida como «habituación-deshabituación», comúnmente utilizada en los estudios de comportamiento animal. Atsuko Saito, bióloga cognitiva de la Universidad de Tokio, y sus colegas visitaron 11 hogares con gatos de compañía (Felis catus) y pidieron al propietario que leyera una lista de cuatro sustantivos a su mascota. Estas palabras tenían la misma longitud y el mismo ritmo que el nombre del gato.
Al principio, la mayoría de los gatos mostraron signos sutiles de que estaban prestando atención, moviendo la cabeza o las orejas. Pero a la cuarta palabra, muchos habían dejado de escuchar y su respuesta física era menos pronunciada. Cuando sus dueños pronunciaron una quinta palabra -el nombre del gato-, el equipo de Saito observó atentamente si la mascota mostraba una respuesta física más fuerte que la que había tenido ante la palabra anterior.
El equipo descubrió que 9 de los 11 gatos mostraron un aumento estadísticamente significativo (aunque sutil) de su respuesta cuando escucharon sus nombres. Esto no prueba por sí solo que los felinos reconocieran sus nombres: un gato podría haber mostrado una respuesta más fuerte a su nombre porque esa palabra le resultaba más familiar que otras utilizadas en la prueba.
Mezcla de miau
Para explorar esta posibilidad, el equipo de Saito repitió el experimento en cuatro hogares que contenían cada uno cinco o más gatos. Esta vez, las cuatro primeras palabras que escuchó cada gato fueron los nombres de sus felinos cohabitantes; la quinta fue el propio nombre del gato. Sólo 6 de los 24 gatos mostraron una reducción gradual de su respuesta física a medida que se leía la lista de nombres.
Esto podría indicar que la mayoría de los gatos en hogares con varios gatos atribuyen un significado, y la posibilidad de una recompensa, a cualquier nombre conocido, y por ello permanecen alerta. Pero los seis gatos que dejaron de prestar atención durante el pase de lista mostraron una respuesta significativamente más fuerte a su propio nombre, lo que sugiere que al menos algunos gatos discriminan su apodo de los demás.
En un experimento de seguimiento en un «café de gatos», donde los clientes observan y juegan con los gatos, 3 de 9 animales mostraron una mayor respuesta a su propio nombre.
«Creo que la suma total de los resultados de todos los estudios proporciona pruebas convincentes de que los nombres de los gatos tienen un significado especial para ellos», afirma Jennifer Vonk, psicóloga cognitiva de la Universidad de Oakland en Rochester, Michigan.
Pero Bradshaw subraya que el estudio no sugiere que los gatos entiendan realmente el lenguaje humano. Lo que demuestra es que los gatos pueden discriminar entre señales sonoras. «De ahí al lenguaje, que tendría que incluir la gramática y la sintaxis, hay un paso de gigante», dice.
Felinos quisquillosos
Algunos dueños de gatos podrían ser escépticos de que su mascota muestre alguna capacidad para reconocer su nombre. Y no todos los gatos del estudio lo hicieron, mientras que incluso los que lo hicieron registraron su reconocimiento de formas que son fáciles de pasar por alto.
Los propietarios «no deberían sentirse decepcionados con sus gatos si no responden como se esperaba», dice Dennis Turner, director del Instituto de Etología Aplicada y Psicología Animal de Horgen (Suiza).
Vonk, que tiene varios gatos, debate a menudo con su marido si sus mascotas conocen sus propios nombres. Turner dice que sus dos gatos parecen responder tanto al nombre del otro como al suyo propio, sobre todo a la hora de comer.