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¿Por qué las cenizas?

La cenizaLa ceniza se deposita en la frente el miércoles de ceniza, en uno de los actos más contraculturales de nuestra fe. Se hace por dos motivos: un acto personal de recuerdo y como signo o testimonio para los demás.

Las cenizas proceden de las Palmas quemadas en la celebración del Domingo de Pasión del año pasado, que da comienzo a la Semana Santa. Así, estas cenizas nos devuelven a la última celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús por nosotros. En este primer día de Cuaresma, comenzamos un viaje de renovación: de la muerte a la vida. Este es un tiempo de alegría. Haremos sacrificios, para tratar de dejar que Dios reforme nuestro deseo, pero este es un tiempo para que Dios sea generoso con nosotros.

Recibir la cenizaCuando se coloca la ceniza en nuestra frente, el ministro dice una de las dos fórmulas para ayudarnos a recordar quiénes somos y la misión a la que somos enviados:

«Recuerda, hombre/mujer, que eres polvo y al polvo volverás.»

«Aléjate del pecado y sé fiel al Evangelio»

Se nos recuerda que somos criaturas y que nuestra vida nos fue dada. Pero, también se nos recuerda que nuestro hogar duradero está en la eternidad, con Dios. Este no es nuestro hogar permanente.

Se nos recuerda que nuestro llamado es a alejarnos del pecado y a creer en la Buena Nueva de nuestra salvación en Jesús. Este es un recordatorio alegre. Nos desafía, sin duda, pero nos recuerda por qué queremos alejarnos del pecado.

Por último, llevamos nuestras cenizas como señal. No es una señal jactanciosa a través de la cual diga: «Mírenme y vean lo santo que soy». No, es mucho más como: «Estoy dispuesto a llevar esta señal en el mundo y decir que me han recordado de dónde vengo y a dónde voy. Y, he escuchado el llamado a alejarme de una vida de pecado y a entregar mi vida a vivir el Evangelio de Jesús». Y, de vez en cuando, en este mundo que con demasiada frecuencia está atrapado en la negación de la muerte, podría ser requerido para responder a la pregunta: «¿Qué es esa mancha en tu frente?»

Pero incluso ahora, dice el Señor, volved a mí con todo vuestro corazón, con ayuno, llanto y luto; Rasgad vuestro corazón, no vuestras vestiduras, y volved al Señor, vuestro Dios. Porque él es clemente y misericordioso, lento para la ira, rico en bondades y benévolo en el castigo. – Joel 2:12-13

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