Preparándose para partir
Cada año, en la misma época, unas glándulas de su cuerpo liberan unas sustancias químicas especiales -llamadas hormonas- en su sistema.
Las señales naturales, como el cambio gradual de la duración del día (en el Reino Unido los días se acortan a finales del verano y se alargan a principios de la primavera), hacen que esto ocurra automáticamente. Estas hormonas hacen que las aves se comporten de forma diferente. Empiezan a volar con inquietud y a reunirse en bandos.
En primavera, las hormonas también empiezan a preparar al ave para la cría. Sus órganos sexuales, que han estado ocultos durante el invierno, se agrandan para prepararse para el apareamiento.
Este cambio es otra señal para partir hacia los cuarteles de verano. Algunas aves pueden emparejarse durante el viaje, pero esperan a llegar a su destino antes de buscar un lugar para anidar.
¡Es hora de empezar a comer!
Las hormonas también desencadenan un frenesí alimenticio. El ave pasa cada minuto de luz del día atiborrándose de comida, abasteciéndose para el largo viaje que le espera. Su cuerpo tiene una capacidad especial para convertir rápidamente la comida en grasa.
La grasa forma una capa bajo su piel, que se convierte en energía mientras el ave vuela. Las especies más pequeñas pueden ganar entre un 3 y un 4 por ciento de su peso corporal al día durante este tiempo; un carricero común casi duplica su peso de 10 g a 20 g en sólo tres semanas. Esta carga extra le da suficiente energía para volar hasta África.
Una vez que los migrantes están cargados de comida y listos para partir, esperan a que el clima dé el pistoletazo de salida. Una racha de calma con cielos despejados suele ser la señal. Este tiempo está causado por una alta presión atmosférica (un anticiclón), y es típico del Reino Unido durante el final del verano y el otoño.
La baja presión atmosférica (una depresión) provoca viento, nubes y lluvia. Esto es malo para la migración, por lo que las aves se quedan quietas hasta que haya pasado.
Muchas aves comienzan su migración hacia el sur en saltos cortos para alimentarse, moviéndose hacia los cañaverales y otras áreas favorecidas en la costa sur. Mientras engordan, los anilladores de aves registran la cantidad de grasa que llevan las aves antes de su migración.
Dependiendo del verano, las aves pueden encontrar mucho o muy poco alimento en esta época, por lo que la actividad de los anilladores ayuda a mostrar lo saludable que es el campo para las aves.