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Sitio de Pruebas Nucleares del Atolón de Bikini

Valor Universal Excepcional

Breve síntesis

Después de la Segunda Guerra Mundial, en un movimiento estrechamente relacionado con los inicios de la Guerra Fría, los Estados Unidos de América decidieron reanudar las pruebas nucleares. Eligen el atolón de Bikini, en el archipiélago de las Marshall, en el océano Pacífico. Tras el desplazamiento de los habitantes locales, se realizaron 23 pruebas nucleares entre 1946 y 1958,. La fuerza acumulada de las pruebas en todas las Islas Marshall fue equivalente a 7.000 veces la de la bomba de Hiroshima. Tras el uso de bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki, las pruebas de Bikini confirmaron que la humanidad entraba en la «era nuclear». Los numerosos restos militares son testigos de los inicios de la Guerra Fría, de la carrera por desarrollar armas de destrucción masiva y de un equilibrio geopolítico basado en el terror.

La violencia ejercida sobre los elementos naturales, geofísicos y vivos por las armas nucleares ilustra la relación que puede desarrollarse entre el hombre y el medio ambiente. Esto se refleja en los ecosistemas y los paisajes terrestres, marinos y submarinos del atolón de Bikini.

Las pruebas nucleares cambiaron la historia del atolón de Bikini y de las Islas Marshall, por el desplazamiento de los habitantes, y la irradiación y contaminación humana causada por los radionúclidos producidos por las pruebas.

Las pruebas del atolón de Bikini, y las realizadas en general durante la Guerra Fría, dieron lugar a una serie de imágenes y símbolos de la era nuclear. También dieron lugar al desarrollo de amplios movimientos internacionales que abogaban por el desarme.

Criterio (iv): El atolón de Bikini es un ejemplo destacado de lugar de pruebas nucleares. Cuenta con numerosos restos militares y elementos característicos del paisaje terrestre y submarino. Es un testimonio tangible del nacimiento de la Guerra Fría y atestigua la carrera por desarrollar armas nucleares cada vez más potentes. Tras las bombas de Hiroshima y Nagasaki, el atolón de Bikini confirmó que la humanidad entraba en la era nuclear. También es testigo de las consecuencias de las pruebas nucleares en las poblaciones civiles de Bikini y las Islas Marshall, en términos de desplazamiento de la población y problemas de salud pública.

Criterio (vi): Las ideas y creencias asociadas con el sitio de pruebas nucleares de Bikini, y más generalmente con la escalada de poder militar que caracterizó la Guerra Fría, son de importancia internacional. Estos acontecimientos dieron lugar a un gran número de movimientos internacionales que abogan por el desarme nuclear; dieron lugar a poderosos símbolos y a muchas imágenes asociadas a la «era nuclear», que caracterizó la segunda parte del siglo XX.

Integridad y autenticidad

La integridad del bien es aceptable, en vista de la presencia simultánea de restos de artefactos humanos y del proceso de recomposición natural que ha seguido al uso de las bombas nucleares. De forma muy excepcional, la degradación de los artefactos humanos por los elementos naturales forma parte del proceso cultural ilustrado por el bien. La integridad del testimonio del bien debe reforzarse mediante el uso adecuado de la considerable masa de material documental asociado al sitio y a su historia.

El sitio no ha sido objeto de ninguna reconstrucción sustancial; la presencia humana en él ha permanecido muy limitada a causa de los radionúclidos producidos por las explosiones. La autenticidad de los elementos materiales que constituyen el bien es incuestionable.

Medidas de protección y gestión necesarias

Las principales amenazas para el bien son los efectos del cambio climático y la presencia de reservas de bombas y combustible en la parte submarina del bien. El bien está protegido por la Ley de Preservación Histórica y Cultural (1991). La protección legal y la protección tradicional existentes son adecuadas, pero deben reforzarse para incluir la protección de los restos militares terrestres. En vista de la naturaleza cambiante del bien, que está volviendo lentamente a su estado natural, la conservación adquiere un significado específico en este caso, por lo que puede considerarse que no es necesario un programa específico de conservación de los restos tangibles. Sin embargo, es imprescindible garantizar la seguridad, haciendo frente a los riesgos militares que puedan quedar, elaborar un inventario detallado y garantizar un seguimiento periódico de los elementos que componen el bien. El sistema de gestión es adecuado, pero debe confirmarse y reforzarse en varios ámbitos, especialmente en lo que respecta al Grupo de Buceadores de Bikini, la recepción e interpretación de los visitantes, el Museo de la Paz y el centro de documentación.

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