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Actividad católica: Tiempo de Pascua

La celebración de la Vigilia Pascual es el inicio del tiempo de Pascua. La Vigilia es la fiesta cristiana por excelencia, la fiesta del nuevo nacimiento, de los nuevos comienzos, de la salvación renovada y de la humanidad restituida al Señor. Aunque la Vigilia marca el final del ayuno pascual, el final de la celebración de la Semana Santa y el final del arrepentimiento y la conversión para los que la Cuaresma preparó a la comunidad, es mucho más un comienzo. Es el comienzo de un nuevo tiempo de gracia y un tiempo de alegría y de acción de gracias, porque la Pascua no es un día o una solemnidad: es una celebración de cincuenta días, y los cincuenta días que van desde el Domingo de Pascua hasta el Domingo de Pentecostés comprenden lo que la Instrucción General denomina «el gran domingo».

DIRECCIONES

Desde los tiempos apostólicos las fiestas de Pascua y Pentecostés fueron primarias, y el misterio pascual fue la primera celebración que tuvo tanto un tiempo antes de la fiesta de preparación como un tiempo después para la extensión y la finalización de la celebración. En el nuevo Sacramentario y Leccionario los domingos que siguen a la Pascua ya no se denominan «después» porque son «de» la Pascua, ya que no siguen a una solemnidad, sino que deben tomarse como una unidad para formar un solo tiempo de solemnidad y exaltación al triunfo de Jesús sobre el pecado y la muerte.

En la antigua concepción de la estación, la fiesta de Pentecostés se desconectaba porque tenía su propia octava. En el calendario reformado esta situación se remedia, ya que la solemnidad de la Ascensión no pone fin a la temporada de Pascua; es un día especial dentro de toda una temporada especial. El cirio pascual ya no se apaga en la Ascensión, ya que debe permanecer en un lugar destacado en el santuario hasta Pentecostés y luego se coloca en el bautisterio. Puede utilizarse en los funerales y en los sacramentos del bautismo y la confirmación. La fiesta de Pentecostés concluye ahora el tiempo de Pascua y la semana entre la Ascensión y Pentecostés debe ser un tiempo de preparación y expectación para la venida del Espíritu.

El principio principal de la reforma del calendario pedida en el Concilio Vaticano -que el misterio pascual sea el centro del año cristiano- se hace evidente en el nuevo Sacramentario por el énfasis en la Pascua como la gran fiesta de los cincuenta días.

El cirio pascual, que se enciende por primera vez con el fuego nuevo de la Vigilia Pascual, se coloca en un lugar destacado del santuario entre Pascua y Pentecostés y debe encenderse en todos los servicios litúrgicos de este tiempo y debe incensarse siempre que se utilice incienso en los cincuenta días.

El color de la vestimenta del tiempo es el blanco, y el paño o frontal del altar debe ser también blanco. Las colgaduras o estandartes litúrgicos deben ser de color blanco y de colores contrastados y deben reflejar la estación de la nueva vida, la plenitud, el regocijo y la alegría en la estación.

Todos los elementos penitenciales de la eucaristía deben ser eliminados en esta temporada de aleluyas cantadas, agua, velas y luces.

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