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Golpe para los fanáticos de la langosta hervida: los crustáceos sienten dolor, según un estudio

Cocineros sensibles, desvíen la mirada ahora. Una investigación sobre el más polémico de los dilemas de la cocina ha llegado a su desagradable conclusión: las langostas sí sienten dolor.

La cuestión de la capacidad de los crustáceos para experimentar dolor se ha convertido en una improbable obsesión para algunos científicos. En las últimas décadas, la cuestión se ha ido batiendo de un lado a otro a medida que salían a la luz nuevas pruebas. Hace dos años, investigadores noruegos declararon que la respuesta era un firme no, alegando que los sistemas nerviosos de los animales no eran lo suficientemente complejos.

La última salva, publicada hoy en New Scientist, viene de la mano de Robert Elwood, experto en comportamiento animal de la Universidad de Queen, en Belfast. Con la ayuda de sus colegas, se dispuso a encontrar una respuesta embadurnando con ácido acético las antenas de 144 langostinos.

Inmediatamente, las criaturas comenzaron a acicalarse y a frotarse la antena afectada, mientras dejaban solas las que no habían sido tocadas, una respuesta que, según el profesor Elwood, es «consistente con una interpretación de la experiencia del dolor». Los investigadores creen que es probable que la misma sensibilidad al dolor sea compartida por langostas, cangrejos y otros crustáceos.

El profesor Elwood afirma que sentir el dolor es crucial incluso para los animales más humildes, ya que les permite cambiar su comportamiento tras experiencias dañinas y así aumentar sus posibilidades de supervivencia.

La afirmación añadirá peso a las campañas de las organizaciones de derechos de los animales que protestan contra las langostas que se hierven vivas.

Pero los consumidores concienciados no tienen por qué abandonar la langosta. Otros científicos creen que el debate está lejos de terminar. Muchos piensan que sólo los vertebrados tienen sistemas nerviosos lo suficientemente avanzados como para sentir dolor, y sospechan que la reacción de los langostinos al ser embadurnados con ácido en sus antenas fue un intento de limpiarlos.

«Los camarones no tienen un cerebro reconocible», dijo Lynne Sneddon, una investigadora de la Universidad de Liverpool que ha estudiado el dolor en los peces. «Se podría argumentar que el camarón simplemente está tratando de limpiar la antena en lugar de mostrar una respuesta de dolor».

Richard Chapman, del centro de investigación del dolor de la Universidad de Utah en Salt Lake City, subrayó que la mayoría de los animales poseían receptores que respondían a los irritantes. «Incluso un organismo unicelular puede detectar un gradiente químico amenazante y retirarse de él», dijo. «Pero esto no es percibir el dolor»

El profesor Elwood insiste en que tales argumentos son erróneos. «Utilizando la misma analogía, se podría argumentar que los cangrejos no tienen visión porque carecen de los centros visuales de los humanos», dijo. Instó a seguir trabajando para ver si los crustáceos tienen la arquitectura neurológica para sentir el dolor.

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