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Joseph Priestley

Cuando Joseph Priestley (1733-1804) no estaba en su laboratorio investigando gases -aisló y caracterizó ocho de ellos, incluido el oxígeno-, este científico británico del siglo XVIII solía defenderse a sí mismo y a su casa de las turbas enfurecidas.

Priestley, que descubrió el gas que más tarde sería bautizado como «oxígeno» por Antoine-Laurent Lavoisier, fue recibido ceremoniosamente en Estados Unidos en 1794 como un destacado pensador contemporáneo y amigo de la nueva república. A los 61 años, este inglés era conocido por los estadounidenses al menos tanto por sus prodigiosos escritos políticos y teológicos como por sus contribuciones científicas.

Política, química y teoría del oxígeno durante la Revolución Francesa

Vídeo de Política, la química y la teoría del oxígeno durante la Revolución Francesa

Religión y política

Priestley fue educado para ser ministro en las iglesias que disentían de la Iglesia de Inglaterra, y pasó la mayor parte de su vida empleado como predicador o profesor. Poco a poco llegó a cuestionar la divinidad de Jesús, aunque aceptó muchas otras cosas del cristianismo, convirtiéndose en uno de los primeros unitarios.

Priestley era partidario de las revoluciones americana y francesa. Consideraba que esta última era el comienzo de la destrucción de todos los regímenes terrenales que precederían al Reino de Dios, como se predice en la Biblia. Las autoridades inglesas y muchos ciudadanos consideraron sediciosas estas opiniones libremente expresadas. En 1791 una turba destruyó su casa y su laboratorio en Birmingham. Este episodio y los problemas posteriores le hicieron tomar la decisión de emigrar a Estados Unidos. Con sus hijos planeó establecer una comunidad modélica en un terreno no urbanizado de Pensilvania, pero, como muchos de esos sueños, éste no se materializó. Sin embargo, él y su esposa construyeron una hermosa casa dotada de un laboratorio muy arriba del río Susquehanna, en Northumberland (Pensilvania).

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Caricatura política de James Gillray, Un brindis en Birmingham, tal y como se dio el 14 de julio (1791) representando a Priestley.'s political cartoon, "A Birmingham toast, as given on the 14th of July" (1791) depicting Priestley.

El 14 de julio de 1791, en Birmingham (Inglaterra), la ira contra los partidarios de la Revolución Francesa llevó a una muchedumbre a un frenesí de cuatro días que a menudo se conoce como los Disturbios de Priestley, llamados así por el blanco más prominente de la ira local: Joseph Priestley. El caricaturista político británico James Gillray, que se oponía a la Revolución, publicó esta caricatura, Un brindis en Birmingham, tal como se dio el 14 de julio, menos de una semana después de que terminaran los disturbios, burlándose de Priestley en el grabado. Se ve a Priestley presidiendo el brindis con una copa llena, ofreciendo un plato de comunión vacío y pidiendo una cabeza -se supone que la del rey- entre conocidos liberales y sombríos disidentes que celebran la corte en una dura parodia de la icónica Última Cena.

Instituto de Historia de la Ciencia/Will Brown

Oxígeno y otros «aires»

La primera obra científica de Priestley, La historia de la electricidad (1767), fue impulsada por Benjamin Franklin, a quien había conocido en Londres. Durante la preparación de la publicación, Priestley comenzó a realizar experimentos, al principio simplemente para reproducir los reportados en la literatura, pero más tarde para responder a sus propias preguntas. En la década de 1770 comenzó sus investigaciones científicas más famosas sobre la naturaleza y las propiedades de los gases. En esa época vivía junto a una fábrica de cerveza, que le proporcionaba un amplio suministro de dióxido de carbono. Su primera publicación química fue una descripción de cómo carbonatar el agua, a imitación de algunas aguas minerales burbujeantes de origen natural. Inspirado por el libro Vegetable Staticks de Stephen Hales (primera edición, 1727), que describía la cubeta neumática para recoger los gases sobre el agua, Priestley comenzó a examinar todos los «aires» que podían desprenderse de diferentes sustancias. Muchos, siguiendo las enseñanzas de Aristóteles, seguían creyendo que sólo había un «aire». Mediante un ingenioso diseño de aparatos y una cuidadosa manipulación, Priestley aisló y caracterizó ocho gases, entre ellos el oxígeno, un récord que no ha sido igualado ni antes ni después. Además, contribuyó a la comprensión de la fotosíntesis y la respiración.

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Retrato de Joseph Priestley, atribuido a Ozias Humphrey (británico, 1742-1810). Fotografía de Will Brown. Colección del Club de Químicos, Colecciones del Instituto.

Retrato de Joseph Priestley, atribuido a Ozias Humphrey (británico, 1742-1810).

Instituto de Historia de la Ciencia/Will Brown

Priestley libró una larga batalla con Lavoisier y sus seguidores sobre cómo interpretar los resultados de los experimentos con gases. Priestley los interpretó en términos de flogisto -el hipotético principio de inflamabilidad que se creía que daba a los metales su brillo y ductilidad y que fue ampliamente utilizado a principios del siglo XVIII para explicar la combustión, la calcinación, la fundición, la respiración y otros procesos químicos. Los defensores del flogisto no lo consideraban una sustancia material, por lo que no era ponderable. Priestley dio explicaciones cualitativas de estos fenómenos, hablando, por ejemplo, del oxígeno como «aire desflogisticado».

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