Controversia iconoclasta
Controversia iconoclasta, una disputa sobre el uso de imágenes religiosas (iconos) en el Imperio bizantino en los siglos VIII y IX. Los iconoclastas (los que rechazaban las imágenes) se oponían a la veneración de los iconos por varias razones, entre ellas la prohibición del Antiguo Testamento contra las imágenes en los Diez Mandamientos (Éxodo 20:4) y la posibilidad de idolatría. Los defensores del uso de los iconos insistieron en el carácter simbólico de las imágenes y en la dignidad de la materia creada.
En 787, sin embargo, la emperatriz Irene convocó el séptimo concilio ecuménico en Nicea en el que se condenó la iconoclasia y se restableció el uso de las imágenes. Los iconoclastas recuperaron el poder en el año 814, tras la ascensión de León V, y el uso de los iconos volvió a ser prohibido en un concilio en el año 815. El segundo periodo iconoclasta terminó con la muerte del emperador Teófilo en el 842. En 843 su viuda, la emperatriz Teodora, restauró finalmente la veneración de los iconos, un acontecimiento que todavía se celebra en la Iglesia Ortodoxa Oriental como la Fiesta de la Ortodoxia.