Coronada por la luz con una cúpula dorada de 50 metros de diámetro, Santa Sofía (Santa Sabiduría) fue la mayor iglesia de la cristiandad durante más de mil años. Su escala y belleza fueron el centro de la admiración religiosa de ortodoxos, católicos y musulmanes, y sigue siendo objeto de atención para miles de turistas y peregrinos que acuden a Estambul cada año. Sin embargo, la ilustre historia de la iglesia no ha estado exenta de triunfos y terrores.
El Imperio Romano de Oriente
Construida sobre las ruinas de dos iglesias anteriores que se remontan al año 360 de la era cristiana, la Santa Sofía que conocemos hoy debe su impresionante estructura a Justiniano I, quien ordenó la construcción de la icónica tercera basílica. La ingeniería y el poder logístico requeridos para tal empresa exigieron todo el poderío del aparato económico bizantino. Se transportaron mármoles y otras piedras finas por todo el imperio y, en total, se emplearon más de 10.000 bizantinos para completar el proyecto.
La forma, el tamaño, los colores y el uso de la luz natural empleados por la estructura monumental fueron cuidadosamente elaborados para invocar un sentimiento religioso de asombro y admiración. Su basílica final, dedicada en el año 537, sirvió de lugar para coronaciones imperiales, asuntos diplomáticos clave, ceremonias religiosas y actividades eclesiásticas. Realmente, cualquier evento que pudiera beneficiarse de la majestuosidad de su visión era bienvenido. El erudito del siglo VI, Prokopios, ofreció la siguiente reflexión sobre su impresión de la iglesia:
Todos estos elementos, maravillosamente encajados en el aire, suspendidos los unos de los otros y reposando sólo en las partes adyacentes a ellos, producen una armonía unificada y muy notable en la obra, y sin embargo no permiten que los espectadores descansen su mirada en ninguno de ellos durante mucho tiempo, sino que cada detalle atrae y atrae fácilmente el ojo hacia sí mismo. De este modo, la visión se desplaza constantemente y el espectador es incapaz de seleccionar un elemento concreto que pueda admirar más que todos los demás. Por mucho que concentren su atención en este lado y en aquel otro, y examinen todo con las cejas contraídas, son incapaces de comprender el trabajo artesanal y siempre salen de allí asombrados por el desconcertante espectáculo.
En efecto, Santa Sofía fue diseñada para invocar la presencia de Dios en la tierra. Un punto del que no faltaron emperadores o sultanes que hicieron uso cuando buscaban demostrar su autoridad imperial.