En la biopsia sinovial (A) se observa una proliferación celular linfoide atípica bajo la superficie sinovial (hematoxilina-eosina (HE), 2.5x) que (B) consiste en una proliferación difusa de células linfoides grandes (HE, 40x), mostrando (C) la expresión membranosa del antígeno de células B CD20, que puede verse como depósito marrón (40x). De este modo, se estableció el diagnóstico histológico de linfoma no Hodgkin.
Seguimiento
La anamnesis y la exploración física realizada por un oncólogo no revelaron ningún indicio de malignidad. Sin embargo, un escáner PET-CT mostró un aumento patológico de los ganglios linfáticos a lo largo de la aorta y de los vasos ilíacos e inguinales izquierdos. Los pulmones y el hígado estaban limpios en el escáner y una biopsia de médula ósea no mostró signos de actividad tumoral. El linfoma de células B se estadificó en el nivel 2-E, y se inició la terapia con quimioterapia combinada de rituximab, ciclofosfamida, vincristina, doxorrubicina y prednisona (R-CHOP) en seis dosis.
Manifestaciones óseas del LNH
En el 5-25% de los pacientes con LNH, el hueso se ve afectado, dando lugar a veces a dolor articular. Cuando éste es el síntoma principal, las técnicas de imagen pueden hacer sospechar de una malignidad. Además, las superficies óseas durante la cirugía pueden ser sospechosas. Una vez se informó de un LNH en la superficie de corte del fémur en una artroplastia total de rodilla. Un análisis rutinario de 852 cabezas de fémur recuperadas en artroplastia de cadera confirma la posibilidad de afectación ósea. En 14 cabezas de fémur se detectó un linfoma de células B de bajo grado. La enfermedad sistémica se encontró sólo en dos de estos pacientes.
Manifestación sinovial de LNH
El diagnóstico en este informe de caso se basó en el análisis del tejido sinovial. Este hallazgo coincidente se había comunicado en dos ocasiones anteriores, aunque se trataba de una cirugía de codo y hombro. En una revisión de la literatura hasta 2006, se presentaron 13 casos de manifestaciones sinoviales intraarticulares de LNH, de los cuales 11 se referían a la rodilla. Todos los pacientes presentaban inflamación de la articulación de la rodilla, a veces simulando clínicamente la AR. En la literatura posterior se describieron otros dos pacientes que descubrieron de forma llamativa un LNH con artroscopia. A ambos pacientes se les planificó una meniscectomía parcial. Un paciente (51 años) tenía antecedentes de gonartritis deformante, sin signos de inflamación de la rodilla. El otro paciente (31 años) presentaba un dolor e inflamación constantes de la rodilla. El tejido sinovial atípico obtenido por artroscopia parecía ser un linfoma de células B en ambos casos.
Lo importante de este informe de caso es que los pacientes con AR activa tienen un mayor riesgo de desarrollar linfoma. Una revisión reciente mostró que los linfomas agresivos de células B, en particular el linfoma difuso de células B grandes en el presente caso, están más fuertemente asociados con las enfermedades reumáticas autoinmunes que los linfomas más indolentes. Aunque la presencia de LNH estaba menos asociada a la AR que al síndrome de Sjögren y al lupus eritematoso sistémico, se encontró un riesgo 28 veces mayor de LNH en pacientes con AR cuando existía un daño grave en la rodilla en el año anterior al diagnóstico del linfoma. La mayoría de los linfomas en esta población son linfomas difusos de células B grandes, que forman un subtipo agresivo de LNH. Aunque con los nuevos métodos de tratamiento la supervivencia ha aumentado significativamente en la última década.
Los principales mecanismos fisiopatológicos de los LNH son la hiperactividad de las células B y la inflamación crónica. Sin embargo, los fármacos antiinflamatorios no son una opción de tratamiento para el LNH. Probablemente por su carácter maligno, el LNH será persistente a los antiinflamatorios, también en caso de afectación musculoesquelética. En relación con la AR, la propia enfermedad reumática parece tener un mayor efecto en el desarrollo del linfoma que su terapia. Como la paciente presentada había utilizado fármacos inmunosupresores (salazopirina y leflunomida) durante sólo dos años, cabe esperar que la contribución de los fármacos sea mínima. Una parte de los pacientes con un linfoma está infectada por el virus de Epstein-Barr (VEB). La presencia del VEB en el linfoma puede tener consecuencias terapéuticas. Sin embargo, en el caso presentado no se encontró ARN codificado por el VEB con la hibridación in situ.